viernes, 11 de marzo de 2011

El regalo de la vista



Ya es una pequeña costumbre. Días antes del viaje una llamada o un mensaje al padre de Inés. !Qué vamos para allí! (corriendo, siempre corriendo, que estamos en Occidente)
Y nos espera en Optica Europa con las gafas que cliente a cliente le han ido regalando para nosotros (y siempre alguna cosa más). Son gafas graduadas, de cerca, de lejos...o para proteger los ojos de la arena y del sol.
Alguna compañera aparece en el curro con gafas que ha ido recogiendo por ahí...
Luego, 3000 km al sur, el ritual de sacar las gafas, de limpiarlas, de organizarlas y desorganizarlas. Vienen los amigos, el alcalde, el imam, los vecinos... O se las llevamos a ese anciano que no puede moverse... (y que luego no está en casa porque se ha ido con las vacas al campo..cosas de Africa) y mientras lo esperamos aparecen y aparecen personas.
Y cada momento es mágico. Cada uno se va probando gafas y gafas hasta encontrar la que mejor le va. Acercamos una revista o se miran las líneas de la mano. Alguien dice: por fin veo lo que hay tras ese árbol... El joven serio que estudia en Nouakchott y que el año pasado su padre nos escribió la graduación que necesitaba y aparece ya la primera noche en casa. La anciana. El concejal. El joven que lo necesita para el ordenador. Los operados de cataratas.
Para las gafas siempre hay sitio en la maleta. Dabo se siente feliz de poder dar ese regalo a gente del pueblo. Y yo, miope perdida, sigo sorprendida de que este chico pueda estudiar, de que esta persona no se tropiece.... No podemos evitar sentirnos útiles e incluso importantes.
En la noche, soñamos con que Ilumináfrica venga hasta Testayé...y decimos: "Cuando volvamos, esta vez sí, nos pondremos en contacto con ellos".

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